Institucionalización
Los instintos caracterizan la constitución biológica del hombre. Eso no quita que las maneras de ser de las personas sean más propias de la cultura que le rodea, dicho de otro modo: “La humanidad es variable desde el punto de vista socio-cultural”. Es cierto que el hombre posee naturaleza, pero es más significativo decir que el hombre construye su propia naturaleza, es decir “que el hombre se produce a sí mismo”. Esto último no significa una visión individualista y solitaria, más bien que:
“la auto-producción del hombre es siempre, y por necesidad, una empresa social”
La formación del yo de una persona no puede entenderse sin su contexto social particular. Ninguna de estas formaciones socio-culturales es producto de la biología. Un ser humano solitario es lo más próximo a un animal ya que, el homo sapiens es siempre homo socius. El desarrollo individual esta precedido por un orden social dado, la apertura al mundo es siempre transformada por este orden social. Entonces surge la siguiente pregunta “¿De qué manera surge el orden social?. Y la respuesta más concreta sería que el orden social es una producción humana constante. En otras palabras:
“El orden social es resultado de la actividad humana pasada y solo existe en tanto que esta actividad siga produciéndolo”
Para determinar los orígenes de la institucionalización los autores inciden en varias ideas. Una de ellas es la habituación. Este término hace referencia al acto que se repite con frecuencia y crea una pauta de comportamiento. Las características principales de la habituación son una economía de esfuerzo y que se puede volver a ejecutar en el futuro. La habituación antecede a toda institucionalización. Por regla general, toda acción que se repite tiende a habitualizarse.
Pero, ¿Cómo surgen las instituciones entonces? Los autores determinan que toda tipificación (adaptación social al patrón de un modelo o norma común) se acaba convirtiendo en institución.
“El mundo institucional es actividad humana objetivada”
Además, la institución marca que las acciones concretas deben ser efectuadas por actores concretos de maneras concretas. Por tanto, se llega a la conclusión de que las instituciones implican historicidad y control. Las instituciones son percibidas como hechos innegables y ejercen poder de coacción a los individuos, pero el mundo institucional requiere legitimación, poder expresarse y justificarse, para poder actuar.
“Decir que un sector de la actividad humana se ha institucionalizado es decir que ha sido sometido al control social»
Como conclusión:
“La sociedad es producto humano. La sociedad es una realidad objetiva. El hombre es un producto social”
La desviación radical del orden institucional es percibida como una desviación de la realidad, y se puede tachar de depravación moral, enfermedad mental o ignorancia.
Los autores vuelven a hacer hincapié en la importancia del lenguaje. Sostienen que este es el factor más importante de socialización y que es sobre el lenguaje donde se construye el edificio de la legitimación institucional. El lenguaje permite compartir experiencias y las hace accesible al resto, se convierte por tanto en base e instrumento para el acopio colectivo de conocimiento.
El reconocimiento social de una institución se basa en la capacidad que tenga de dar solución a un problema permanente de una sociedad dada. El resultado es percibido como “conocimiento” para todos o, según que soluciones, para algunos, todo en función de a quien afecte la solución.
Para finalizar este primer punto destacar que la institucionalización no es un proceso irreversible, aunque una vez formadas, tienden a persistir.
Legitimación
Según los autores la legitimación “constituye una objetivación de significado de “segundo orden””. La función consiste en lograr que los objetivos de “primer orden”, ya institucionalizados, se puedan conseguir. Dicho claro y sencillo, la legitimación es la excusa a la que se acoge cualquiera para conseguir un fin oculto y socialmente aceptado.
El problema de la legitimación surge cuando debe transmitirse a una nueva generación. La perspectiva historicista que sustenta la legitimación se pierde, es entonces cuando, para restaurarla, se ofrecen “explicaciones” y justificaciones de la tradición institucional.
“El proceso de “explicar” y justificar constituye la legitimación”
La legitimación no solo trata valores, implica también conocimiento. Un conocimiento que lo recibe a través de la tradición. La legitimación no se limita a indicar a un individuo “porque debe realizar una acción y no otra, también indica por qué las cosas son lo que son”. En síntesis:
“El “conocimiento” precede a los “valores” en la legitimación de las instituciones”
Se pueden definir cuatro niveles diferentes de legitimación. (1) El primero es la legitimación incipiente que hace referencia a la transmisión de objetivaciones lingüísticas. Serían las afirmaciones tradicionales sencillas referentes al “así se hacen las cosas”. (2) El segundo nivel de legitimación son las proposiciones teóricas, estas hacen referencia a acciones concretas como los proverbios, refranes, leyendas o cuentos populares. (3) En el tercer nivel nos encontramos con las teorías explicitas en donde interviene un conocimiento diferenciado, nos encontramos ante un interlocutor que se apoya en “saber más”.
Por último (4), hablar de los universos simbólicos como cuarto nivel. Los autores dedican muchas más paginas a este nivel en comparación con el resto, de ahí que se le dé más importancia. Este tipo de universos hacen referencia a realidades que no son las de la experiencia cotidiana, transfieren la esfera de la aplicación pragmática y se caracterizan por el alcance de su integración significativa.
“El universo simbólico se concibe como la matriz de todos los significados objetivados socialmente”
Toda la historia, social e individual, se ve como hechos que ocurren dentro de este universo, y se construye mediante objetivaciones sociales. El individuo se ubica dentro de los significados del dominio de la vida social, en este nivel de significación se crea todo un mundo. En otras palabras, la cristalización de los universos simbólicos son productos sociales que tienen una historia.
La pregunta que surge entonces es: ¿Cómo funcionan los universos simbólicos para legitimar la biografía individual y el orden institucional? Por un lado, el universo simbólico aporta orden, pone cada cosa en su lugar. Cuando alguien se aleja del orden, este el universo simbólico permite “volver a la realidad”. Además, permite integrar realidades marginales que tengan significados discrepantes dentro de la vida cotidiana en la sociedad. También, en universo simbólico posibilita el ordenamiento de las diferentes fases de la biografía (niñez, adolescencia, adultez…) ejerciendo una función de seguridad y pertenencia.
“Legitimar la muerte es una de las funciones más importantes del universo simbólico.”
La muerte es una de las amenazas más terribles para el individuo en la vida cotidiana y su legitimación en todas las sociedades es común y de suma importancia. El simbolismo ordena la historia, ubica acontecimientos en una unidad coherente: pasado, presente y futuro. El pasado es la memoria compartida mientras que el futuro es un marco de referencia común que influye en las acciones individuales, generando un sentimiento de pertenencia.
Berger, P., & Luckmann, T. (2019). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrutu.