Espacio/tiempo
En la vida urbana hay que limitar y vigilar en defensa de la comunidad. Eso se traduce en más policía para vigilar a los enemigos públicos y, en consecuencia, aplicar la política del miedo cotidiano.
En la sociedad urbana la ciudad es un asentamiento en “la que extraños tienen posibilidad de conocerse” y volverán a ser extraños después del encuentro. Es un entendimiento recíproco.
Además, los espacios públicos son de dos categorías: uno, el lugar inhóspito, y dos un lugar que convierte al residente en consumidor. Los “templos del consumo” responden al último caso, en donde los individuos están protegidos contra los que puedan transgredir esta regla. (bien protegido de mendigos, vagos, saqueo)
“Las excursiones de compras son traslados en el espacio, y en menor medida, viajes en el tiempo”
El templo del consumo es ser transportado a otro mundo, un mundo “completamente otro”. Es un despliegue de un modo de no ser posible en otro lugar. Son lugares de atracción colorida y calidoscópica, con variedad de sensaciones sensoriales. No son amenazantes, son el equilibrio perfecto entre libertad y seguridad. Participar es formar parte de la comunidad. En realidad este sentimiento de identidad común es una “falsificación de la experiencia”
En esa comunidad todos se encuentran allí por el mismo propósito: “Estar adentro” el viaje a los templos del consumo, sería como estar en otra parte pero en comunidad. Se expulsa a los no miembros de dos maneras. La primera tiende a ser el exilio y aniquilación, la segunda la supresión de la otredad:
Antropoemia: Expulsar o “vomitar” al otro (cárcel, deportación, asesinatos, enclaves urbanos, acceso selectivo a espacios y prohibición selectiva de personas)
Antropogafia: “Ingerir” cuerpos y espiritus y convertirlos en seres idénticos a los demás y no diferenciables.
La idea de tercer lugar, los no lugares que desalientan cualquier idea de permanencia y “todo el mundo debe sentirse como en su casa, aunque nadie debe comportarse como si estuviera en su casa”; ejemplos son los aeropuertos, las autopistas, habitaciones de hotel, transporte público…
La modernidad es el tiempo en el que el tiempo tiene historia, es la historia del tiempo. Antes de la “expansión espacial” era el valor y el tiempo la herramienta. El tiempo se convirtió en herramienta. Uno de los elementos para marcar el inicio de la edad moderna es la emancipación del tiempo con respecto al espacio.
Anteriormente “la era del hardware” o “modernidad pesada” donde lo grande es mejor. En ese contexto la riqueza y el poder tienden a ser lentos, pesados y torpes de movimiento. Todo cambió con la llegada del capitalismo software y la modernidad “liviana”. Ahora empezar en una empresa no significa jubilarse ahí. El espacio pierde relevancia a favor del tiempo.
Vivimos en la época de la “Instantaneidad”, satisfacción inmediata a la vez que agotamiento y desaparición inmediata del interés. La distancia entre principio y fin se reduce o anula. El dominador es quien consigue mantener sus actos en libertad a la vez que regulan los actos de otras personas, en este aspecto nada ha cambiado. El acceso a la instantaneidad e impredecibilidad, y por tanto a la libertad, fundamenta la división social.
“Ahora las personas que más se acercan a la instantaneidad con las personas dominantes.”
La modernidad pesada se asociaba a la jaula de hierro donde ninguno se podía escapar, existía un compromiso mutuo. La modernidad fluida es una época de descompromiso, huida fácil y persecución sin esperanzas. Dominan los elusivos que tienen libertad para moverse a su antojo.
La instantaneidad es anular el espacio y “licuificar” la materialidad de los objetos, la instantaneidad cambia radicalmente el modo de cohabitación humana.
“La duración eterna era la máxima de la sociedad solida. En la modernidad líquida la duración eterna no cumple ninguna función”
El “corto plazo” ha reemplazado al “largo plazo” y prima la instantaneidad como ideal. Quedarse con las cosas mucho tiempo sabiendo que puede haber recambios mejores es sinónimo de escasez. El paso del capitalismo pesado al liviano, de la modernidad sólida a la fluida, es uno de los hitos cruciales de la historia de la humanidad desde la revolución neolítica.
Trabajo
“El progreso es la confianza en el presente, y el control del presente es la base de la confianza en el progreso.”
Ahora no se dan dos motivos: El primero es que no se debate que se debe hacer, sino quien va ha hacerlo. La confianza en el estado moderno ha mermado y fluye libremente sin un líder e ideología claros. Y el segundo motivo es que no se sabe ni qué agente es, ni qué debe hacer para mejorar la situación. Viajamos sin una idea de destino que nos guíe.
El progreso ha sido individualizado, se podría decir que está desregulado y privatizado. Desregulado porque la oferta de opciones para mejorar las realidades es muy diversa. Y privatizado porque la mejora no es algo colectivo, es meramente individual.
Pierre Bourdieu sostiene que para planear el futuro es necesario controlar el presente. Ahora solo importa que cada individuo controle su propio presente, y ahora ese control es prácticamente nulo.
El trabajo tiene el máximo valor en los tiempos modernos, se le atribuye virtudes como: incremento de riqueza y reducción de la pobreza. Todos con un único objetivo: contribuir a que la especie humana esté a cargo de su propio destino, todo lo demás son consecuencias.
“El componente ético del trabajo ha desaparecido”
Actualmente ha adquirido un componente más estético, ya no se considera el trabajo como algo que ennoblece o te haga ser mejor ser humano. Ahora ya no se mide por el bien común que conlleva un trabajo, sino que se hace por la diversión y entretenimiento que este cause.
La modernidad sólida o capitalismo pesado tenía como pilares la unión entre capital y trabajador. De ahí la importancia que Ford daba a la no existencia de movilidad laboral donde la experiencia y conocimientos adquiridos en la empresa duraban toda la vida útil de los trabajadores. Trabajador y empresario dependen unos de otros, ninguno de los dos podía ir muy lejos por su cuenta. Capital y trabajo estaban unidos, y esta unión vino gracias, y en mayor medida, por la relación de comprar y vender.
En el mercado laboral se compra y se vende trabajo y es el estado quien debía crear unas reglas equitativas de convivencia con el fin de la era de la modernidad sólida. Trabajador y empresario estaban atados por su dependencia mutua.
Los trabajos para toda la vida empezaron a desaparecer, los compañeros ya no tienen expectativa de permanecer mucho tiempo juntos, apareció la flexibilidad, y con ella los contratos breves, renovables o directamente sin contrato. La vida laboral ha pasado a estar plagada de incertidumbre. La incertidumbre es una situación relativamente novedosa que se asocia al azar. Tiene una poderosa fuerza de individualización, divide en vez de unir, y como no se sabe nada del mañana, la idea de “interés común” pierde fuerza.
“En una sociedad líquida los lazos dejan de ser a largo plazo para ser más fugaces”
Ese debilitamiento de lazos también se ve entre capital y trabajo. El carácter temporal del trabajo, y la posibilidad de que pueda romperse en algún momento, hace de la relación algo frágil. El capital puede irse a otro lugar con bajos impuestos, bajos salarios, menos regulaciones, mayor flexibilidad y con la libertad de volverse a ir cuando deseen sin previo aviso.
La procrastinación cobró valor en la modernidad, una procrastinación entendida como la “postergación de la gratificación” de un deseo o necesidad. Esta idea fue, según Weber, una de las causantes de la acumulación de capital y afianzamiento de la ética del trabajo: El deseo urgía al esfuerzo con la promesa de la gratificación.
La procrastinación alimento dos tendencias, la ética del trabajo y la estética del consumo. En la era post moderna la postergación de la gratificación es un obstáculo, en otras palabras, el trabajo no da gratificación inmediata, y el nuevo consumo solicita inmediatez. Y este deseo debe ser satisfecho inmediatamente, pero, esa satisfacción debe ser breve, para generar de nuevo el deseo.
“La exigencia de la satisfacción instantánea juega contra el principio de procrastinación”
Otro importante aspecto que destaca el autor es la confianza que existía en épocas pasadas. La confianza en uno mismo, en los demás y en las instituciones. Siendo el tándem empresa/empleo la base de la confianza. Esto ya no es así. Como hemos dicho antes la volatilidad del empleo genera incertidumbre y la base de esta confianza desaparece.
“El pasaje del capitalismo pesado al liviano (modernidad sólida a líquida) constituye el marco de la nueva manera de entender la mano de obra”
Comunidad
La comunidad ha existido siempre, al igual que esta comunidad niega la libertad de elección individual. El comunitarismo es una reacción previsible a la nueva vida líquida. El desequilibrio entre libertad individual y seguridad hacen del comunitarismo la promesa de un refugio seguro, ejemplo de ello son los hombres y mujeres que buscan grupos a los que pertenecen con seguridad y para siempre, todo en un entorno en constante movimiento y nada es seguro.
“La comunidad del dogma comunitario es una comunidad étnica o comunidad imaginada”
Este tipo de comunidad tiene bases sólidas. Primero, naturaliza la historia, presenta lo cultural como “un hecho de la naturaleza”. Y en segundo lugar, el estado-nación basado en la unidad étnica fue la única historia exitosa de la comunidad en los tiempos modernos.
En la eterna lucha entre libertad y seguridad el comunitarismo toma parte de la seguridad.
“Es el cuerpo bajo cuya protección nos refugiamos del horror de la propia transitoriedad”
Durkheim
“Todo lo demás” es más efímero que ese “cuerpo” del que habla Durkheim, un cuerpo que es el santuario y último refugio de la continuidad, además, la obsesiva preocupación de defender el cuerpo entre la vigilada frontera entre el cuerpo y el mundo exterior. Entre cuerpo y comunidad se ubica el campo de batalla por la seguridad, la certidumbre y la protección. Todos estos cambios radicales entre cuerpo y comunidad son un ejemplo de la modernidad líquida que defiende Bauman.
“La globalización tiene más éxito para reavivar la hostilidad que para promover la coexistencia pacífica”