Enfermedad mental y personalidad. Michel Foucault.

“Enfermedad mental y personalidad” fue publicado inicialmente en 1954, pero ha envejecido como el buen vino. Es un ensayo que incide en los cimientos de la medicina psiquiátrica y cuestiona los problemas teóricos a la que esta se enfrenta que pienso siguen vigentes. En sus 122 paginas Michel Foucault argumenta que la raíz de la patología mental debe ser una reflexión sobre el hombre y las ciencias humanas. Os dejo sus ideas principales.

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Al inicio, el autor sostiene que tanto la medicina general como la psiquiatría desarrollan dos etapas en la enfermedad: La sintomatología y la nosografía. En psiquiatría la sintomatología destaca las correlaciones de estructura delirante y confusión mental. La nosografía analiza las fases y las variantes de la enfermedad.

En este método encontramos dos postulados en referencia a la naturaleza de la enfermedad: la esencia y un postulado naturalista. Cuando hablamos de esencia el autor hace referencia a que unos determinados síntomas describen la base de una enfermedad. Por otro lado, el postulado naturalista “erige la enfermedad en una especie natural”, la nosografía atribuye a cada grupo nosográfico los síntomas.

Y es en estos métodos donde Foucault encuentra la falta de unidad real. Entre enfermedad orgánica y enfermedad mental no existe dicha unidad ya que la enfermedad mental es una unidad específica que no se puede tratar como patología orgánica y no se puede crear los paralelismos que hacen esos dos postulados. Al tratarlo como un todo se disipa la unidad específica que tiene la enfermedad mental.

Partiendo de lo dicho, el autor analiza los métodos utilizados en patología mental, que son los mismos que la orgánica, para demostrar su premisa de la necesidad de utilizar diferentes métodos:

La abstracción en la patología orgánica permite que los fenómenos se ordenen en una coherencia global.

“La psicología no ha podido ofrecer a la psiquiatría lo que la fisiología brinda a la medicina”

Lo normal y lo patológico: No hay análisis preciso de lo normal a lo mórbido, solo apreciación cualitativa. La patología orgánica sí permite distinguir y relacionar la afección morbosa y su correspondiente respuesta adaptativa.

El enfermo y su medio: La patología orgánica permite aislar el origen mórbido de su entorno, mientras que la psicología patológica, no solo no se realiza del mismo modo, sino que es mucho más complejo.

Como ejemplo para clarificar estos métodos utilizaré para la patología orgánica una radiografía de un fémur roto para un traumatólogo. En la abstracción la lesión es independiente del resto del organismo y se puede estudiar por separado, mientras que en psicología no se puede aislar del resto de la personalidad. En lo normal y lo mórbido con la radiografía queda claro si el fémur presenta una patología, es blanco o negro, en cambio en psiquiatría no existe esa dualidad, es más cualitativo, por tanto, más tendiente a los subjetivo. Y, por último, el traumatólogo no sabe, ni le importa, como se ha hecho una fractura en el fémur, sin embargo es más complejo aislar el estado emocional de un paciente de su contexto vital y su enfermedad psiquiátrica.  

Llegamos a la conclusión de que es imposible transportar de una a otra dichos esquemas y métodos.

Por otro lado, el autor sostiene que la enfermedad es naturaleza en proceso inverso, es un proceso de regresión. La enfermedad genera formas primitivas de comportamiento: El dialogo, el universo simbólico y la creencia. En el dialogo, como forma suprema de evolución del lenguaje, se le hace difícil actuar ante los demás. El enfermo pierde el dominio de su universo simbólico, no integra las equivalencias significativas y como consecuencia surge la idea de persecución. Y finalmente, la creencia, la verdad que los otros creen, desaparece y surge el delirio y la alucinación.

Según teorías de Freud y Janet los hechos como las neurosis, la paranoia, los estados bipolares, las alucinaciones propias de la esquizofrenia y la demencia determinan un hecho patológico. Según Foucault esto es insuficiente para determinar un hecho patológico. Primero, no tiene en cuenta las personalidades mórbidas regresivas, solo se basa en conductas y omite la organización mental del enfermo. Y segundo, no explican el origen.

La idea de regresión es determinante para el autor. Sostiene que si se ignora la acumulación de lo anterior y lo actual, pasado presente, se pierde el análisis en términos evolutivos e históricos. La regresión forma parte de mecanismos de defensa, es el recurso a las formas de protección ya establecidas. Para Foucault la conducta patológica se produce cuando no hay integración en la relación pasado presente, ese hecho genera angustia.

La angustia es el último elemento mórbido, el nudo de la enfermedad. Tiene sus propias manifestaciones y no se puede reducir a un mero análisis naturalista. Para comprenderla hay que centrarse desde el interior, en la evolución y sus mecanismos individuales cristalizados por la historia psicológica.

El análisis naturalista ve la raíz del problema como como un objeto natural, mientras que la reflexión histórica lo ve como algo externo que permite explicarlo, pero difícilmente comprenderlo. Con esta premisa el autor sostiene que la comprensión y posterior reconstrucción de su universo son las tareas a realizar.

La conciencia de enfermedad por parte del sujeto puede ser percibida objetivamente como algo no propio, muy lejos de una conciencia enferma. El enfermo no posee la perspectiva del médico respecto a su mal.

El proceso patológico (la enfermedad) choca con su personalidad. Paradojalmente encuentra en su día a día las manifestaciones de su enfermedad que al mismo tiempo son la oportunidad de una nueva existencia. Esta unidad paradojal no se puede mantener siempre. En los síntomas de la enfermedad se yuxtapone el mundo real. El enfermo reconoce esos dos mundos y es ahí donde se manifiesta la consciencia especifica de enfermedad. Se distingue lo normal de lo patológico.

La psiquiatría ha demostrado lo patológico en el interior de la personalidad, pero no ha demostrado las condiciones de la aparición, ni la evolución orgánica, ni tampoco la historia psicológica.

“La enfermedad mental no tiene realidad y valor de enfermedad más que en una cultura que la reconoce como tal”

Según Durkheim la locura es un hecho social. Se hace una imagen de la enfermedad en base a los que una sociedad desprecia o reprime. Un aspecto se considera negativo en base a una media en la que si te alejas se considera patología.

La patología mental es una proyección de temas culturales. La sociedad no quiere reconocerse en el enfermo, lo aparta y encierra. Solo el hecho de diagnosticarlo lo excluye.

Existe una perspectiva histórica del loco en donde la enfermedad era considerada una posesión, una transformación del hombre en otro distinto. En el cristianismo la posesión arranca al hombre de la humanidad para liberarlo en lo demoníaco, pero con la particularidad de que lo mantenía en el mundo cristiano. En los siglos XVII al XIX ocurre a la inversa, restituye la enfermedad mental en sentido humano pero la aleja de los hombres. A partir del XVII Quita la superposición del mundo sobrenatural y le da un sentido natural, la locura es una desaparición de facultades, una privación. El sujeto no es poseído, es desposeído. La alienación substituye a la posesión. En el XIX pierde su libertad y derechos, esta enajenado, es un extranjero para los demás y para el mismo.

Si la posesión se asociaba a delirios demoniacos, la alienación es una confiscación de su voluntad y su pensamiento. Solo si eliminamos la alienación del enfermo podremos encarar la dialéctica de la enfermedad en una personalidad que sigue siendo humana.

Según Foucault se instala una inhibición de defensa en el momento en que las condiciones del medio alteran el sistema nervioso y generan unas contradicciones en el individuo que no permiten una dialéctica normal de la excitación y la inhibición. La enfermedad es una forma de defensa.

Cuando la contradicción es tan absoluta o las posibilidades del individuo están sumamente restringidas, el individuo no puede defenderse y se coloca fuera de circuito. Responde con una inhibición generalizada. El autor sostiene que hay enfermedad cuando el conflicto provoca una reacción difusa de defensa, cuando no puede gobernar sus reacciones, “cuando la dialéctica psicológica del individuo no puede encontrarse en la dialéctica de sus condiciones de existencia, está alienado” (114)

A modo de conclusión Foucault cuestiona la relación que la psiquiatría toma como premisa en base a tres estados: el anormal, la enfermedad y la alienación. Esta “patología clásica admite en buen grado que el primer hecho está en el anormal en estado puro; que el anormal cristaliza en torno a si las conductas patológicas cuyo conjunto forma la enfermedad, y la alternación de la personalidad que resulta de ello constituye la alienación” (115)

En base a la teoría expuesta anteriormente el autor sostiene que habría que invertir el orden de los términos, partiendo de la alienación como situación originaria para descubrir luego la enfermedad y por último definir al anormal.

«No se esta alienado porque se está enfermo, sino se está enfermo porque se esta alienado»

Mientras que la alienación histórica hace de condición primera la enfermedad. Por el mito de esta alienación se estigmatiza al sujeto, todo para no ver en él las contradicciones que han hecho posible su enfermedad

La enfermedad no podemos definirla a partir de lo anormal, por el contrario, lo anormal hace posible la enfermedad y lo fundamenta. Lo anormal es consecuencia de lo patológico. “Intentar definir la enfermedad a partir distinción de lo normal y anormal es invertir los términos del problema: es hacer una condición de una consecuencia con el fin de ocultar la alienación como verdadera condición primera de la enfermedad” (118)

Foucault, M. (1984). Enfermedad mental y personalidad. Barcelona: Paidos.